Una ciudad que conocemos ha iniciado unas obras.

Ya sabes: consejería de urbanismo en acción.

Las obras están muy bien: ampliar aceras, mejorar carril bici.

Genial.

Nada en contra.

800.000 euros.

Dos manzanas enteras.

Sí, la obra cuesta 800.000 euros.

El tema no es que cueste 800.000 euros.

Los inviertes y mejoras las aceras.

Esto, sin duda, mejora un poco la calidad de vida en la ciudad. Solo un poco.

Perfecto.

Ya es un paso.

Nada que decir.

Pero aquí viene el tema.

Atención.

Te piden una formación.

Quieren formar en cosmovisiones al personal técnico de toda una consejería.

Formación personalizada de diversas sesiones y soporte durante un tiempo posterior.

Una formación para cambiar la mirada y dotar de herramientas concretas al personal técnico.

Una formación que enriquecerá su forma de trabajar de ahora en adelante.

És decir, un impacto real ahora y a largo plazo.

Que tendrá un impacto concreto: detectar dificultades, resolverlas y comunicarlas mejor.

¡Ostras! Esto será una mejora grande. Importante.

No solamente una acera más amplia.

No solamente un asfaltado mejor.

Sino IMPACTAR en la vida de las personas de forma CONCRETA y EXPLÍCITA.

Lo reitero: detectar mejor las dificultades, resolverlas mejor y comunicarlas mejor.

Bueno, aquí viene el escándalo.

800.000 euros para Urbanismo y en Formación te regatean por 6.000 euros.

Regatean.

Como en un mercado persa.

Las ideas nuevas transforman más que las obras.

Sin ideas nuevas, no hay nuevo puerto al que dirigirse, ni cambio, ni transformación posible.

No te equivoques: no ahorramos 6.000 euros de consultoría estratégica.

En realidad, pierdes la oportunidad de sacar provecho a las aceras de 800.000 euros.

Malgastas, parcialmente, 800.000 euros.

Y mucho más:

Le sacas poco partido al centro cívico de 1.500.000 euros.

A la plaza de 750.000 euros.

A la escuela de 1.200.000 euros.

Y a la biblioteca, y al carril bici que has mejorado, y al mercado, y…

No se trata de escoger entre urbanismo y formación.

Se trata de valorar la consultoría y la formación.

Se trata de situar la consultoría y la formación en el lugar que le correponde.

Un lugar central.

Y si una Administración no lo capta, tiene un problema.

Miopía.

Mal arreglo.

Ojalá que, si trabajas en una Administración pública, no te nieguen la formación que transforma.